Especial por Juan Carlos Maimone
Europa tiene todos los elementos indispensables para recibir una enorme variedad de lesionados, que suele proponer este deporte de invierno (sky) no muy bien comprendido por muchos, pero popular al fin.
Los adelantos tecnológicos de la medicina, los médicos, los cirujanos, todo. Pero claro, el accidente de Michael Schumacher allá en el tiempo superó largamente todas y cada una de las expectativas algunas vez planteadas o imaginadas.
Mientras afuera una larga caravana de gente de todas las nacionalidades, periodistas y curiosos han producido una avalancha de interrogantes, puertas adentro, sólo un reducido grupo de familiares y allegados tienen acceso al sellado casi presidencialmente desde que el múltiple Campeón del Mundo ingresara al mundo de la oscuridad
Es natural que entre sus íntimos y sus fanáticos exista una comunión de esperanzas sumadas a la cuota lógica de sufrimiento por su delicado estado.
Sin embargo; por estos días el alemán ha logrado mantener en alerta a muchas más personas de las que probablemente seguían sus competencias. Algunas, con el interés natural de su lucha por la vida; otras, simplemente por la crueldad que cimenta la morbosa curiosidad.
Aunque en todo caso, con el común denominador de la pregunta sin respuesta: Por qué seguir saboreando desenfrenadamente el vértigo sin medir los resultados…?
La respuesta no es fácil. Hay quienes piensan que después de desafiar la muerte por más de veinte años sobre autos de carrera, se transgrede la existencia con una suerte de desapego o desprecio por la vida.
Otros los verán desde la irresponsabilidad de alguien que con todo lo logrado, desanda el atardecer de la fama con holgada ineptitud.
Fueron muchos los famosos que no pudieron superar el trance del retiro sin encontrar el rumbo adecuado; entonces el alcohol o la droga fueron algunos de los escapes con trágicas consecuencias.
El tema de los pilotos pasa por otras puntualidades, donde vivir al máximo nivel la adrenalina, crea un costumbrismo que linda con la adicción casi insuperable de acelerar.
De ahí la larga lista de volantes que han perdido o arruinado su vida en otras actividades consecuentes.
Hoy, sumido en la penumbra, Michael no toma conciencia de la verdadera magnitud del desafío. Tal vez, el más difícil de su vida y en una carrera de la que si no sale victorioso fiel a su antigua costumbre, no tendrá una próxima fecha para tomarse revancha.