Por Enrique Kogan – Puros Autos
Hay tendencias sexuales para todos los gustos y colores, aunque existen algunas más excéntricas que otras, y mucho más alocadas, como la mecanofilia.
La mecanofilia es un tipo de parafilia en la que se siente una gran atracción sexual hacia las máquinas, sobre todo hacia los autos o vehículos de cuatro ruedas.
Lo que les atrae no es el mantener relaciones sexuales, dentro o fuera del vehículo, sino que la máquina los excita.
La diferencia reside en que lo que les atrae no es mantener relaciones sexuales en el vehículo, dentro o fuera de él, sino que lo que les excita es la sexualización de la máquina, los encuentros sexuales con personas son dramáticamente descartados.
Todos aquellos que sufren de mecanofilia se sienten tremendamente atraídos, e incluso llegan a tener sentimientos de amor, por cualquier dispositivo de origen mecánico, ya sean grandes, como un avión o un helicóptero, medianos como una bicicleta o un robot, o pequeños, como una batidora o una tostadora.
Esta atracción sexual y afectiva hacia las máquinas conforma una de las parafilias menos conocidas que existen.
Esto es tratado como un delito en algunos países, como el Reino Unido, los autores son catalogados como delincuentes sexuales tras su persecución. Las motos a menudo son retratadas como objetos de fetiche sexual a quienes las desean.
En 2013, un hombre británico fue sorprendido teniendo relaciones sexuales con su Land Rover en público.
La mecanofilia consiste en expresar deseo sexual por objetos mecánicos: autos, máquinas, electrodomésticos. Es una rareza encontrar este tipo de trastorno, sin embargo, existen reportes de algunos casos como el de Edward Smith, un estadounidense que admitió tener sexo con 1000 autos.
Para este tipo de personas, el auto adquiere una investidura libidinal que se traduce en un cuidado excesivo, en el endiosamiento de un bien preciado, o en la excitación sexual.
No es tener sexo o la fantasía de tener sexo dentro de un automóvil, es directamente sentir que el objeto de deseo es el auto mismo.
La persona se siente excitada al tocar el metal, los tapizados, o al rozar su cuerpo por diferentes partes del vehículo.
Las parafilias ponen en evidencia los diferentes caminos que toma la pulsión sexual. No es deseo, es pulsión, una fuerza interna que dirige al sujeto a tener este tipo de contacto y a necesitar de él para alcanzar la excitación sexual.
Es posible que el auto, o el objeto de amor parafílico, haya quedado ligado a la pulsión en el desarrollo infantil, como una experiencia indivisible.
La persona puede estar con otro u otra, pero la búsqueda de satisfacción estará dirigida hacia el mecano.
La mecanofilia está cubierta de cierta marginalidad. Quienes experimentan estos sentimientos no suelen tratarse.
Y las filias son tantas como objetos que estimulan el líbido. No hay fuentes fiables de tratamiento, patrones clasificatorios ni procesos psicológicos que identifiquen traumas, causas, desencadenantes.
En estos casos de mecanofilia, es que le llega bien la expresión “Cada loco con su tema”.