Por Enrique Kogan – Puros Autos
Cuba vio un repunte del turismo cuando Obama pensó que los Castros cambiarían con un acuerdo, visitando la Isla y tratando de lograr un deshielo.
Estos acuerdos que fue solo beneficioso para Cuba, ha logrado llenar de miles de turistas sus calles, que se vieron impresionados por los viejos autos americanos y los vetustos Ladas de la era soviética.
Claro, el que visita Cuba lo recuerda por los automóviles más llamativos en sus calles, que son los enormes sedanes estadounidenses de los años 50, muchos de los cuales lucen por pintorescos en las calles de la Habana.
Durante la época de Fulgencio Batista en la década de 1950, Cuba era un popular destino de vacaciones para los estadounidenses, que llevaron unos 125,000 automóviles hechos en Detroit, solo para abandonarlos luego de la toma de control de Castro en el 1959.
Hoy todo ha cambiado, ya que la propiedad real de automóviles en Cuba es relativamente baja, con solo 60,000 vehículos, en su mayoría antiguos y vetustos, entre 11 millones de cubanos, que con un salario diario promedio de unos 30 dólares, poseer un auto es un sueño difícil de lograr.
Cuando Obama quiso lograr un acercamiento cubanoamericano, se especuló con que los coleccionistas estadounidenses aprovecharían la oportunidad de comprar autos clásicos de los años 40 y 50, y los llevarían a Estados Unidos para su restauración.
Pero a pesar de que Cuba parece ser un tesoro oculto de los clásicos estadounidenses, la preservación de la mayoría de estos vehículos fue muy pobre, y sin sus piezas originales los vehículos no tendrían valor de colección.
Muchos de los Cubanos propietarios de estos vehículos, tienen una enorme afición por sus autos, pero no los han podido mantener como piezas de colección, ya que han estado recibiendo solo las reparaciones básicas, con elementos que no eran originales.
Poco después de llegar al poder en 1959, el gobierno comunista cubano liderado por Fidel Castro, prohibió las importaciones de automóviles y repuestos de automóviles extranjeros. Uno de los efectos inevitables de esta política, fue la congelación de la escena automovilística de Cuba.
Con muy pocas partes automotrices especializadas y disponibles en la isla, los propietarios no han podido mantener estos autos cerca de su condición original.
Los motores Diésel, en su mayoría de tractores traídos de Rusia, han reemplazado a los V6 y V8 estadounidenses, y las piezas se han reemplazado con lo que se ha podido encontrar en la isla.
En consecuencia esto ha traído una flota cubana de clásicos americanos, menos clásicos de lo que se pensaba, que se han transformado en su propia especie de autos rejuntados.
La mayoría de los profesionales en el mercado de automóviles clásicos parecen estar de acuerdo, ya que de un modelo de Cadillac con motor diésel se vendió en casi 50,000 dólares en una subasta de Barrett-Jackson, siendo uno de los primeros autos cubanos en venderse públicamente en los Estados Unidos, algo que un modelo con todo original valdría hasta 10 veces más.
Hay muchos coleccionistas rondando Cuba, por algún modelo original, pero una vez que el frenesí se apague, se darán cuenta que pocos coleccionistas estarán esperando hallazgos milagrosos en los garajes de La Habana.
Con unas nuevas leyes, los ciudadanos cubanos pueden comprar automóviles extranjeros, aunque por una tarifa considerable, algo más del 10 veces el valor de un auto en Miami.
El primer vehículo del mercado estadounidense en llegar a la isla durante 58 años apareció en el antiguo enclave comunista el año pasado, en la forma del Infiniti Q60.
Un informe en la revista Fortune sugirió que tomó cuatro meses negociar tener el vehículo en la isla, en un esfuerzo planeado por Alfonso Albaisa.
Director de diseño global de los vehículos Infiniti, Albaisa es una cubanoamericano, nacido de padres cubanos, que fueron exiliados después de la toma de control de Castro. Él nunca había puesto un pie en la isla hasta el año pasado.
Albaisa usó esta oportunidad para visitar a su familia en la isla, así como probar su Infiniti Q60 que pudo recalar en las calles de La Habana.
Con su estilo llamativo, la Q60 se encontró con gran interés y entusiasmo en Cuba, pero dejo algunos anticuarios preocupados, de que su llegada marque el comienzo del fin de la reputación de Cuba como el «Parque Jurásico para automóviles».
Pero antes de buscar una forma de cambiar los autos en Cuba, el gobierno debe buscar una mejora en la calidad del combustible en la isla.
A pesar de todo el cariño que se le atribuye a las reliquias de los años 50, los automóviles de Cuba emiten gases mucho más venenosos de lo que nunca se hubiera permitido en Europa o América.
El diésel que se vende en Cuba destrozaría rápidamente a la mayoría de los modernos motores turbo diésel que pudieran llegar de Europa, ya que tienen un contenido promedio de azufre de 4.000 partes por millón, algo que ni en la India ya se usa.
Un ejemplo, la Unión Europea limita el azufre en el diésel a 350 ppm, mientras que los límites cubanos son de hasta 8,000ppm y se pueden ver los resultados en forma de humo negro nocivo de los escapes de autobuses y camiones.
En 1993, la Unión Europea comenzó a exigir la reducción del contenido de azufre en el diésel y la implementación de las especificaciones modernas del ULSD en 1999.
Los Estados Unidos comenzaron a introducir progresivamente los requisitos ULSD para vehículos de carretera en 2006, con la implementación de aplicaciones fuera de la carretera, como locomotoras y combustible marino, a partir de 2007.
En Cuba, no se aplicó ninguna ley de protección al medio ambiente y la venta de combustible sigue como en la época de la revolución.
A pesar que Trump le puso un freno a las ambiciones Cubanas de seguir como estaban, gracias a la administración Obama, se espera que la escena automovilística de Cuba cambiará indudablemente en las próximas décadas, y se verán a los entusiastas de la isla compitiendo para registrar los autos y cambiar las escenas de las calles sin los vetustos Chevys, Cadillacs o Ladas soviéticos.
Si la nueva administración Cubana, considera que es prioridad tener mejores combustibles para no intoxicar el ambiente, que se está llenado de turistas, muchos entusiastas de Cuba podrán lamentar el fin de la era de los automóviles clásicos y tóxicos, pero para la mayoría de los cubanos que viven en la isla, debería ser un paso positivo tanto para sus vidas como para el medio ambiente.
Pero este paso, que pudiera ser positivo, quizás sea prohibitivo para Cuba, y si no hay cambios, y con más automóviles que se están registrando, respirar en las calles de la Habana, será como hacerlo en la intoxicada China.