Por Manuel Arroyo
La administración Trump quiere aumentar los impuestos de entrada a los autos importados, lo que podría empujar el precio de un BMW 5 Series bien equipado de 80,000 dólares a $ 100,000, dependiendo de dónde se arma el automóvil y de dónde se fabrican y se envían las piezas.
Claro, BMW tiene que esperar, que su imagen de marca mantendrá al comprador de este automóvil en lugar de que el comprador decida recurrir a un Cadillac o Lincoln. Es posible que algunos no lo hagan si quieren ser propietarios de «The Ultimate Driving Machine».
Tanto los concesionarios de Cadillac como los de Lincoln no se harán más ricos, pero las personas que no quieran digerir estos aumentos tendrán que recaer hacia los Lincoln o Cadillacs, lo que podría ayudar a las dos automotrices de Detroit que han luchado poderosamente por vender los modelos de sus marcas de lujo.
Pero a medida que un comprador de un Cadillac vera como a los pocos años el auto le empieza a causar problemas, tendrá que pensar en un Lexus o en un BMW usado, si no puede llegar a los límites de las posibles nuevas tarifas.
Para los concesionarios Lincoln y Cadillac, las teorías económicas argumentan que las cafeterías al lado del distribuidor de Cadillac tendrán más clientes, ya que estos estarán esperando los arreglos en el concesionario, sobre todo en el de Cadillac, que siempre tiene abrumado sus departamentos de servicios.
A mi entender el grupo de compradores de autos de lujo se está agotando levemente, y se vuelca a los SUV’s más seguros del lado de Lexus e Infiniti, por lo que esta ley con las nuevas tarifas, no da ningún futuro prometedor para el concesionario Cadillac, ya que tendrá más clientes quejándose del que ya tienen.
Estas nuevas leyes de tarifa hacia los automóviles alemanes, que por ahora no han entrado en vigor, perjudican a BMW, Audi y Mercedes, pero no le garantizan una gran ayuda a Cadillac.