Según el sitio Wards Auto, el 27,6 por ciento de los vehículos nuevos y camiones ligeros del 2017, salieron de la fábrica con motores turbo-alimentados.
En el 2011, la cifra fue de sólo el 10,7 por ciento, y antes de eso, turbos realiza típicamente entre 4,5 por ciento y 6,6 por ciento del mercado, pero en el 2016 dieron un salto considerable con el 24,1 por ciento de las ventas con motores con turbocompresores.
Esto sin contar que Wards Auto dejó de lado los motores de doble carga, que son los motores que tienen un súper cargador y un turbocompresor.
Los motores con turbocompresor pasaron del 0,2 por ciento en 2016 a 0,1 por ciento en 2017. Los motores súper cargados han mantenido relativamente su nicho, pero nunca consiguiendo una participación superior al 0,5 por ciento del mercado.
El turbocompresor ha seguido creciendo en popularidad a pesar de que del escándalo de los diésel, que tomó muchos turbo diésel en el mercado para sacarlos fuera de la ecuación.
El crecimiento de los turbocompresores ha sido principalmente el resultado de la reducción del tamaño del motor y los intentos de los fabricantes de automóviles para mejorar la economía de combustible a través del tablero.
Algunos informes indican la edad de reducción del motor ha llegado a su fin, pero, al menos por ahora, parece que los turbocompresores están aquí para quedarse.