A raíz del huracán María, la célebre cultura automovilística de la isla ha complicado la lucha por restaurar la vida de las personas y la economía del Estado Libre Asociado.
Puerto Rico había reclamado el récord mundial Guinness para el desfile más largo de autos clásicos con 2.491 vehículos
Este desfile fue una clara evidencia de que Puerto Rico tiene una de las tasas más altas de propiedad de automóviles en el mundo, gracias a la expansión urbana, pero también gracias al fracaso del gobierno en construir un transporte público adecuado para su población
En una isla donde viven solo 3.5 millones de personas y más de un millón viven del cheque del gobierno de Estados Unidos, es ridículo que haya tantos automóviles, y más de 1.100 estaciones de servicio de combustible.
Puerto Rico es una isla donde se necesita un auto ya que los residentes que no poseen un vehículo están aislados, ya que los puertorriqueños no tienen un transporte público generalizado.
Según datos del Banco Mundial. Puerto Rico tiene el quinto mayor número de vehículos registrados per cápita en el mundo, después de Nueva Zelanda, Brunei, Islandia y Mónaco.
Además tiene alrededor de 2,01 millones de automóviles, o aproximadamente 57 vehículos por milla de carril, en comparación con unos 38 por milla de carril en el continente de Estados Unidos, en parte debido a que la isla tiene menos millas de autopista
Puerto Rico es una isla auto dependiente de sus carreteras y sus vehículos.
Según datos del Censo de los Estados Unidos, de los 3,5 millones de residentes en la isla, alrededor de 930,000 puertorriqueños manejan o viajan en autos compartidos para trabajar, ya que no hay ninguna alternativa de transporte público que esté disponible.
Esta pasión boricua por el automóvil proviene de la expansión urbana que comenzó en la década de 1940, y una larga historia de un sistema de transporte público que fue y es casi imposible de usar.
Puerto Rico intento conciliar el problema con el Tren Urbano, un sistema de tránsito ferroviario de 10,7 millas que se abrió en 2004, con la intención de facilitar el tráfico entre San Juan y las ciudades cercanas. Pero fue un fracaso, debido a que iba a lugares a los que la gente no quería ir.
Durante décadas, el único transporte público provenía de los autobuses, pero estos nunca fueron confiables para la población.
Antes de que el huracán María llegara, decenas de miles convergían cada día a San Juan de los municipios vecinos para trabajar. En los próximos días y quizás semanas, el odiado sistema de autobuses llegara a ser una de sus pocas opciones, para los desplazamientos de la gente, mientras las estaciones de gasolina siguen cerradas.
El uso del tren urbano es otra historia, porque la isla primero tiene que restablecer la electricidad, y las autoridades aún no pueden dar respuestas de cuándo ocurrirá.
Según la mayoría de los comentarios que nos llegan de la isla, todo esto ha pasado debido a una combinación de mala planificación y política vial que no se atendió.
Ahora y luego del huracán María, la población está pagando sus consecuencias, mientras los políticos no tienen respuestas.
Lo que si se espera, y es algo seguro, que luego de tantos vehículos arruinados, los compradores deberán acercarse rápidamente a los concesionarios, ya que sus trabajos y sus quehaceres diarios, dependen mucho de su automóvil.